El de la mula torda

El de la mula torda
Súbete al carro pinchando en él para comenzar el camino.
último

lunes, 22 de junio de 2015

Romerias verbenas y fiestas madrileñas.

Los madrileños siempre han tenido un gran sentido de la alegría, que se plasmaron en los numerosos festejos, religiosos y profanos y muchas veces los dos juntos. El trascurso del año era un no parar de fiestas. 
Intentaré plasmar este calendario lúdico a lo largo de todo el año, y veremos cuales fueron los principales regocijos populares de antaño.
Enero.



Después de la última cena del año, en la que los madrileños festejaban la venida del Año Nuevo, tras la copiosa cena, y las abundantes libaciones de vino y   aguardientes de Chinchón, llega el turno de los dulces caseros, en la que los comensales se atiborraban para seguídamente asistir a la misa de medianoche de alguno de los innumerables conventos que las oficiaban. Esto se repetía anualmente hasta la fecha de 1860,en la que Ramón Losada cambió la puritana costumbre de los madrileños de comenzar el año con los oficios religiosos. El leones, Ramón, estaba afincado en Londres, y llegó a ser uno de los mejores relojeros del mundo y regaló el actual reloj de la Puerta del Sol. El regalo debió de ser por las ofensas que recibía el anterior reloj que procedía de la antigua iglesia del Buen Suceso y las coplillas que se hicieron sobre este reloj. A partir de entonces los madrileños se reunen el último día del año, para comenzar el nuevo viendo bajar la gran bola de cobre dorado, en el momento de dar las doce campanadas del fin de año.
El día de Reyes comenzaban los festejos callejeros. La gente se citaba en la plaza de Oriente, para ver la llegada y salida de las personalidades del palacio real. Todo quedaba amenizado con la música que tocaban, sin parar, la banda de los Alabarderos, hasta el medio día.
En este día de la Epifanía, la curiosidad mayor de los madrileños, era fijarse en la vestimenta que llevaba al entrar en palacio el Duque de Hijar y conde de Ribadeo, ya que éste tenía el derecho por privilegio ancestral, a recibir el mismo traje que el rey había llevado a misa esa mañana. Todo esto lo describe el blog de Los Archivos del Duque de Hijar, que se hace eco de La Ilustración.
Los madrileños de esta época no conocían el roscón de reyes y degustaban unas tortas de almendras y piñones, posiblememnte herencia de los pasteleros moriscos de Madrid. Las tortas competían con las rosquillas de Fuenlabrada.
La coplilla que se cantaba de este mes es la siguiente:
De los santos de enero 
San Sebastían el primero.
-Detémte, varón,
que primero es San Antón.


La romería de San Antón era una amalgama de las gentes de todas partes. Allí se fusionaba la vida urbana con la campesina. Los urbanítas, señores con sombrero, caballeros con levita, los horteras y artesanos con sus diferentes indumetos, que cada uno lleve orgullosamente. De toda esta muchedumbre, el bigote identificaba a cada sector, anchos, estrechos, con guias hacia arriba o hacia abajo, el de los carpinteros, los carniceros y matarifes, los médicos y escribano, los comerciantes, los militares, etc, los curas se diferenciaban por no llevar mostacho, al igual que los cómicos, ya que se lo exigía su profesión.
Esta bariopinta muchedumbre paseaba el día de San Antón por la calle de Hortaleza desde los Escolapios a la Magdalena, los rurales entraban por Santa Barbara hasta la Red de San Luis, con el cortejo de vacas, cabras y cochinos junto con algún pollino pidiendo la bendición del cura en la puerta de los Escolapios.


Todo el mundo degustaba los panecillos del Santo.
Sin embargo, esta no fue la primitiva romería de San Antón. El nombre de romería lo hereda de la primitiva que se celebraba en el cerro de San Blas. Los romeros se establecían cerca de dónde actualmente está la fuente del Ángel Caído, en el final del paseo de coches. En las proximidades de la ermita se concentraban centenares de cabezas de ganado de todas clases y se elegía cada año "el rey de los cochinos". El festejo era muy bárbaro y pagano, terminando en riñas sangrientas, por lo que el Ayuntamiento y la Iglesia terminaron con la romería. Pero los romeros repetían la letrilla:
San Antón, santo francés,
santo que no bebe vino, 
Y lo que tiene a los pies
San Antón, es un cochino.
Los más irreverentes quitaban la coma de la letrilla y lo pagaban con el bendito santo.
Febrero. 
Para San Blas la cigüeña verás, y este día se celebraba en la romería del Cristo y los tes santos, en la ermita de San Blas. Los romeros se situaban en el cerrillo del Altozano, entre las tapias de Atocha y el cementerio de San Jerónimo. Cerca de la ermita estaba el manantial de Santa Polonia, el agua era considerada como milagrosa. A la misa acudían los maceros del Ayuntamiento ya que el Santo Ángel que se veneraba en la ermita era su patrón.

La gente bebía del agua milagrosa de Santa Polonia completando la fama salutífera con los tragos de vino de la bota acompañados de las tortillas, tasajos y torreznos de barrigada siempre si el invierno lo permitía.
Dicen que muerto el perro se acabó la rabia, y así sucedió con la romería, la ermita se derribo y acabó la romería, las imágenes del Cristo de las penas y buena muerte, de Juan de Mena, San Blas  y el Santo Ángel fueron trasladadas a Los Jerónimos.
Se está tratando de recuperar esta romería del santo milagrero para las enfermedades de garganta. La romería parte de la iglesia de San Nicolás y San Salvador, de Antón Martín, el domingo más próximo al 3 de febrero. El santo es portado en andas desde este sitio hasta el Cerrillo de San Blas en el Parque del Retiro, junto al Observatorio. Una vez allí, se celebra una misa de campaña y se reparte el famoso pan Santo, conocido por sus efectos milagrosos frente a las enfermedades de garganta.
Seguídamente la comida y los juegos populares, la soga tira, la herradura, la rana, el pañuelo. etc.Por la tarde, los romeros acompañan al Santo hasta el lugar de partida, pero ahora portado por mujeres. Toda la fiesta y procesión es acompañada y amenizada por la dulzaina y el tamboril.
La fiesta de San Blas es el preludio de los Carnavales. Al ser esta una fiesta movible, suele caer a finales de febrero. Antes, las calles de Madrid se llenaban de máscaras. Unas eran Pierrots, otras Bautas, Colombinas y Voltos. Los usuarios de estas solían pertenecer a una clase media. Los más ricos acudían a los casinos luciendo costos disfraces de caballeros y damas medievales, de dieciochescos, casacas, miriñaques, pelucas empolvadas, etc. La clases más pobres se disfrazaban con lo que tenían mas a mano, el uno con el vestido más viejo de su mujer, la otra, con el traje más andrajoso del marido. Todos con la cara tiznada y los zapatos del revés se echaban a la calle. Conocemos este testimonio de la mano de José  Gutiérrez Solana ya que las máscaras proletarias  llamadas destrozonas las llevó a sus lienzos.  Doña Cuaresma y Don Carnal marcaron la vida de José Gutiérrez Solana ya desde su nacimiento, un 28 de febrero de 1886, domingo de Carnaval. Con cuatro años, la onomástica se volvía traumática tras un episodio en el que el pequeño José, solo en casa con la cocinera, ve cómo irrumpe en la entrada un espantajo con una careta de cerdo “y la harapienta vestimenta de las destrozonas”, sujeta a la muchacha y roba en el domicilio, lo que le produce una crisis nerviosa y un trauma que se agudiza al año siguiente, cuando vuelve a sufrir un episodio similar.
Gutiérrez Solana, que compaginó la pintura con la escritura –y que fue “tan gran pintor como escritor”, según Camilo José Cela– tuvo pues en las máscaras y el Carnaval una de sus fijaciones temáticas, junto con los entierros, las procesiones, los lupanares o las “tabernas del morapio y los pajaritos fritos”. Por sus páginas y sus lienzos transitan mascarones, chulos, criadas, mendigos, prostitutas, traperos y, en general, toda la “golfemia” de su tiempo, que él captó con su personal expresionismo, a caballo entre lo trágico y lo grotesco.



















 El Carnaval terminaba con el el Miércoles de Ceniza en que se colgaba el pelele, que era un muñeco vestido con ropas de verdad, todo él de trapo. Servía de chirigota, al mismo tiempo se paseaba a la sardina en un ataúd. Estas diversiones, que tuvieron su máxima expresión el el siglo XVIII, fueron retratadas por Goya en alguno de sus tapices.








Marzo.
Comenzamos con la Cuaresma. Los madrileños se pasaban el día visitando, entre otros "La Cara de Dios", retrato autentico de la faz de Cristo en un paño de la Santa mujer Verónica, en la plazuela de los afligidos, junto al cuartel de los Guardias de Corps y el palacio de Liria, en la capilla de la Concepción en la calle de la Princesa. Sobre esta reliquia, y su paradero, te dejo el enlace de Carlos Osorio, publicado en Caminando por Madrid.
 Y el afamado Cristo de Medinaceli.  
ABRIL.
Generalmente la Semana Santa suele caer en abril, y en estos siete días salían muchas procesiones de las diferentes iglesias.El Jueves Santo las muchachas y las señoras salían vestidas con mantilla, traje enterizo de seda negra, peineta de carey alta, mantilla sujeta con prendedor y clavesles rojos, guantes, rosario de nacar o de azabache colgado de la muñeca a modo de pulsera, libro devocionario con los brochecillos de cierre de plata afiligranada y zapatos de tacón. Las mujeres vestidas de esta forma, salían acompañadas del novio o del marido, a visitar los sagrarios, o a los llamados "monumentos", ya que se llaman de esta forma a los altares montados de velas y de flores donde se monta el "Monumento Eucarístico" en la que se exponía la hostia en la Custodia. Una vez realizadas las Estaciones, se cumplía con el precepto. El Viernes Santo quedaban los altares con las velas apagadas y los crucifijos acostados sobre el mantel del altar es lo que se se llamaba "el expolio", esto duraba hasta el Sábado de Gloria en el que se volvían a encender las velas y se colocaban las cruces de pie.
Portillo de Fuencarral.
El 19 de abril, si no caía en Semana Santa, se celebraba la romería de San Marcos en su ermita, situada en las afueras de la Puerta de Fuencarral, lo que hoy sería la Glorieta de Bilbao. En estas fechas suele hacer buen tiempo y los romeros habían sustituido las capas y los gabanes por las chaquetas. Algunos se presentaban a cuerpo gentil, en camisa o con solo una blusa, si hacía frío se prestaban a calentarse con el morapio de Arganda. Por esta razón, la de ir en camisa o en blusa y quitarse las ropas de invierno, se decía ir de trapillo por lo que la fiesta pasó a llamarse, con el tiempo, la romería del trapillo.
Mayo.
Antes de que se instaurara la fiesta del trabajo, se celebraba en Madrid la romería de Santiago el Verde. Santiago el verde, no es nada menos que Santiago el Menor, y se le dio este calificativo por el verdor de las cosechas para estas fechas. La romería se celebraba entre el río Manzanares y el llamado Casino de la Reina.
Este mismo día es el día de las Mayas. En cada barrio se elegía "La Maya", es decir, la reina de mayo, a la muchacha más hermosa o más galana. La costumbre venía de muy lejos, en el XVI Lope de Vega cita repetidamente las Mayas. Muchos opinan que de "maya" vino maja, y que las majas y majos madrileños deben su nombre a esta costumbre tradicional. Porque se empieza a decir maya, o sea guapa de mayo, a una muchacha, pero lo natural es hacer extensivo el calificativo a todas las otras, porque, ¿qué muchacha no es bonita? y de esta forma se generaliza el término a lo largo del XVIII y se mantiene en el XIX, para perderse después.
 En la actualidad, la fiesta se celebra el primer o segundo domingo de mayo en las inmediaciones de la Iglesia se San Lorenzo, en el barrio de Lavapiés. Cada una de las Asociaciones que participan monta un altar y presenta su maya. Las mayas son rondadas durante toda la mañana con canciones populares al ritmo de dulzainas, tamboriles y bandurrias hasta que realizan una ofrenda floral a la Virgen. En el transcurso de la fiesta se degustan productos típicos de Madrid (rosquillas, vino, etc).






El día dos de mayo se celebraba la conmemoración de la Guerra de la Independencia. Se realizaba una misa de campaña junto al Obelisco con desfile de soldados de artilleria en honor a Daoíz y Velarde y después verbena en el el barrio de Monteleón.
Hoy en día esta fiesta se ha recuperado al ser la fiesta de la comunidad de Madrid.

El tres de mayo, día de la Santa Cruz, se ponían las Cruces de Mayo en los patios y corralas de vecindad. Se erigían unos altarcillos en las plazas y los chicos y chicas pedían una limosna para la Cruz de Mayo, los muchachos llevaban un capillo, y a quienes les daban una moneda le cepillaban los hombros y la espalda. con las monedas recaudadas se compraban las flores y luces para el exhorno de la Cruz, y además se contrataban un pianillo de manubrio para amenizar la noche con bailoteo popular.
Hoy en día de esta fiesta queda la procesión que se realiza en algunas iglesias y la fiesta de las Mayas, que se hace coincidir con este día.

Pero la fiesta grande de Madrid es el 15 de mayo que se celebra San Isidro. Los romeros llegaban a través de los puentes de Toledo y de Segovia, hasta alcanzar la ermita. La fiesta culminaba con la misa y la procesión en los aledaños de la ermita. Seguídamente la rifa de las roscas y subasta de bailes, en dónde quién más pagaba era el que bailaba con la señorita cuyo baile se subastaba , a beneficio de los pobres. Todo el mundo compraba una campanita de barro o un botijo para mantener el agua fresca en el verano. La romería de San Isidro duraba varios días y empalmaba con la de San Antonio de la Florida.
Junio. 
La principal fiesta de este mes era la del Corpus  Christi. Era uno de los tres días grandes del año 
Tres jueves hay en el año
que relucen más que el sol:
Jueves Santo, corpus Christi
y el día de la Ascensión.
La vispera del Corpus salía el "Mojigón",‘Mojigato’ o ‘Carigato’, o anuncio, que era una especie de cortejo o desfile por las calles principales, en el que un moharracho o cachidiablo, disfrazado con botarga o calzón ancho, de color rojo que asustaba a los niños golpeándolos con una vejiga puesta en un astil. acompañaba al Mojigón un niño vestido de Arcangel, que de vez en cuando gritaba al cachidiablo y le obligaba a obedecer y arrodillarse, entre los aplausos del público. 
El ABC del 21 de mayo de 1913 decía esto acerca de este personaje:



También desfilaba una comparsa de moros y cristianos, con trompetas y tambores, estos eran soldados del cuartel del Conde Duque, más tarde fueron sustituidos por la banda de músicos de la plaza de toros.
El día del Corpus era la fiesta mayor y de gala, asistiendo a la procesión personalidades de todos los rangos.
A esta procesión solía acompañar "La Tarasca", que es la representación del mal, detrás la custodia representando el bien.
Alrededor de la Tarasca de nuevo el mojigón girando y asustando a los más pequeños. La Tarasca era un ser monstruoso que asoló la ciudad francesa de Tarascón, tenía cuerpo de reptil, de dragón y cabeza con atributos humanos. Llevaba sobre sus lomos a una mujer lujuriosamente vestida, que era la representación de las meretrices de Babilonia. En este cuadro tenemos la representación del demonio, llamado en la Biblia serpiente antigua, encarnando el mal y rodeado de el mojigón su sirviente. Estos personajes desfilan en la procesión  al principio, delante de la Custodia, como despojos del triunfo de Jesús sobre el mal.
El mismo día de Corpus por la tarde , o el domingo siguiente, salía por el barrio de San Andrés la procesión de Minerva. Algunos opinan que en un principio el templo estaba consagrado a la dios Minerva, y que al reconvertirse en templo cristiano, la procesión recibió este nombre.  Otros son de opinión de que el nombre  "de Minerva" se debe al hecho de que éstas procesiones empezaron a celebrarse en la Basilica romana de Santa Maria sopra Minerva
La procesión recorría la plaza de la Cebada, las Vistillas, los Terceros y la plaza de los Carros.
El día 12, víspera de San Antonio se iniciaba esta verbena.
La primera verbena 
que Dioas envía
es la de San Antonio de la Florida. 
Y esto es una verdad como un templo de grande, ya que los festejos populares de los meses anteriores eran romerías pero no verbenas. 
Originalmente se llama así a los actos festivos de carácter popular realizados al aire libre y asociados a la celebración de las fiestas patronales de distintos barios de Madrid. En su segunda acepción dice que verbena es "Fiesta popular con baile que se celebra por la noche, al aire libre y, normalmente, con motivo de alguna festividad".


 El origen del nombre viene de una planta conocida popularmente como verbena, cuya presencia era muy abundante en Madrid, es una hierba perenne nativa del sudeste de Europa que alcanza hasta un metro de altura y que florece de mayo a julio, presentando racimos de pequeñas flores de color rosa, púrpura o azul pálido, de cinco pétalos.
Por tanto, no es de extrañar que se hiciera costumbre en Madrid acudir a los bailes populares celebrados por la noche con un ramito de flores de verbena en la solapa, en el caso de los hombres, y en el pecho, en el caso de las mujeres. Esto puede explicar la significación del vocablo genérico de 'verbena' para referirse a toda fiesta popular celebrada con baile y casi siempre por la noche.
La primera era la de San Antonio. Las mujeres esperaban con impaciencia y reclamaban al novio o al marido que las llevase, por lo menos eso es lo que se dice en Las Leandras en el bolero La verbena de San Antonio:
Llevarme a la verbena
de San Antonio
que por ser la primera no hay que faltar.
Te dejo esta versión de Celia Gámez.



La ermita se construyó en 1720 a cargo del estado. Más tarde, en1770, la ermita se reedifica y hacia 1790 Goya pinta los frescos.

Esta verbena es conocida como la de las modistillas y la de los guinderos. Las modistillas solían acudir el día de San Antonio a rogar al santo para que les concediera un buen marido. Es tradición echar los alfileres a la pila, para después con la mano extendida presionar y sacar, al dar la vuelta a la mano sobre la palma los alfileres pegados indicarán el número de pretendientes para ese año.
Lo de los guinderos viene del siguiente relato:
Las crónicas no nos aclaran ni cuando ocurrió, probablemente en un verano del siglo XVII, ni el nombre del protagonista.
El campesino, con su borrico cargado con dos serones repletos de unas brillantes y fresquísimas guindas, se dirigía feliz hacia la Puerta de la Vega para entrar a Madrid. Y motivos tenía: la cosecha había sido buenísima y esperaba sacar unos buenos dineros por su venta. Pero poco dura la felicidad en casa del pobre. El Sol empezaba a picar, la carga era pesada y la Cuesta de la Vega dura de subir, así que el burro empezó a renquear y Aniceto a darle jarabe de palo hasta que el animal dio una especie de corveta y allá fueron serones y guindas rodando la cuesta abajo. ¡Qué desastre! Las antes lustrosas guindas alfombraban ahora la cuesta, algunas espachurradas, todas cubiertas del polvo y del detritus del camino. Aniceto en vez de jurar en caldeo y arameo como demandaba la ocasión, invocó a todo el santoral en su ayuda, sin olvidar a San Antonio del que era muy devoto.

En estas estaba cuando acertó a pasar por allí un joven franciscano, que al ver el deplorable cuadro se puso a recoger las guindas y devolverlas a los serones. ¡Deje vuesa merced, padre –clamaba Aniceto- que es inútil. Inútil! Pero el fraile siguió y los atónitos ojos de Aniceto vieron que las guindas que estaban ya en los serones brillaban y lucían aún mejor que antes de la caída. En acabada la recogida, el bueno de Niceto quiso dar al fraile una cesta de guindas en muestra de agradecimiento. No tenía otra cosa. El fraile con una sonrisa se lo agradeció y le dijo que mejor se las llevase después a la iglesia de San Nicolás, que él estaría allí.

Concluía la mañana y llegaba la tarde, cuando nuestro hortelano antes de marchar de Madrid y feliz por haber vendido toda su mercancía a buen precio, se pasó por San Nicolás para cumplimentar a su benefactor. Solo halló a esas horas en la iglesia a un sacristán trajinando en sus ocupaciones, al cual pidió razón de un fraile joven que era así y asá, que le había dicho que estaba en aquella iglesia. El sacristán se volvió y socarrón le dijo que allí de frailes solo había uno, señalando a un cuadro que representaba a San Antonio de Padua. Y en la imagen del santo reconoció Aniceto a su benefactor. Cuentan que el hortelano exclamó “¡¿Con que santo, eh? Así ya se puede”! Cosa que no se sabría interpretar si como rústica expresión de reconocimiento, o como algo ingrato y poco edificante.


El caso es que como ocurría en aquellos tiempos con este tipo de acontecimientos, la noticia corrió de punta a punta de la Villa, y la imagen del santo, que a partir de ese día se conoció como San Antonio el Guindero, pasó a tener un buen número de nuevos devotos, tantos que en 1720 se fundó la Real e Ilustre Congregación de San Antonio de Padua “El Guindero” que perdura hasta nuestros días. 
Julio. 


La verbena del Carmen empezó a celebrarse en la calle de Alcalá, en la iglesia de San José de los Carmelitas. Cuando el sitio se convirtió en una zona bastante transitada de vehículos, se tomó la determinación de trasladar la verbena al bario de Chamberí y al Puente de Vallecas.
El 25 de julio se celebraba la verbena de Santiago en la plaza de Oriente. Data de la época de la construcción del palacio.
Agosto.


El 5 y el 6 de agosto se celebraba la verbena de San Cayetano, ante su iglesia y ocupaba desde la cabecera del Rastro hasta el Portillo.
Del santo se decía:
San Cayetano bendito
padre de la Providencia.  
 El 9 y 10 de agosto se celebra la verbena de San Lorenzo, en el barrio de Lavapies. La iglesia ocupa un 


pequeño solar, que se comunicaba con la plaza de Lavapies a través de la calle que hoy se llama de la Fe. La pequeña iglesia se encontraba en un edificio pequeño de una sola nave y fachada sencilla, destacando la estatua de San Lorenzo en hornacina sobre la portada.  Se convierte en parroquia independiente en 1805. El 16 de junio de 1851 sufrió un incendio que afectó gran parte del edificio. Fue totalmente destruida al comienzo de la Guerra Civil Española y las obras de restauración fueron realizadas sin seguir el diseño original, siendo inaugurada de nuevo el 9 de agosto de 1950. 
Aun queda otra verbena en este mes, y acaso la que ha pasado a la historia como la más importante, merced al genio del escritor Ricardo de la Vega y del músico Tomás Bretón, que en la famosa zarzuela de la verbena de la Paloma legaron el más exacto y valioso retrato costumbrista del Madrid del XIX.
La verbena de la Paloma, además de su aspecto religioso, ha servido para darnos una serie de noticias sobre la vida madrileña de finales del XIX.
Por ser la Virgen de la Paloma
un mantón de la china te voy a regalar...


Cuando esto se decía España aún tenía sus colonias en el océano Pacífico, las Marianas, las Carolinas, las Palaos y hasta los dos archipiélagos, que a pesar de haber hecho dejación de ellos, han sido nuestros hasta el último año del pasado siglo. Me refiero al archipiélago de Os Guedes y As Coroas, que heredados de Portugal por el Tratado de Paris de 1899 seguiran siendo españoles durante cien años.
Desde estos lejanos sitios nos llegaron los productos de la Chinaa través del puerto de Manila. Por eso, los mantones con sus pagodas,sus pavos reales,y sus cabecitas de chino de marfil, los bellísimos mantones, nos llegaron con ambos nombres, de Manila y de la China.
 La devoción a la Virgen de la Paloma es muy reciente. En 1787, una mujer natural de Alcalá de Henares,, vio a unos muchachos que arrastraban un cuadro viejo, y se disponían a encender una hoguera, Les compró el cuadro por unas monedas. Se trataba de la Virgen Dolorosa, y muy pronto en todo Madrid castizo cundió la devoción a esta Virgen, a la que se instaló una capillita en la calle de la Paloma, de donde tomó el nombre. La reina María Luisa de Parma, y más tarde Isabel II, se interesaron por su culto y Francisco Sánchez, discípulo de Ventura Rodríguez, construyó su templo actual. Durante la guerra civil fue escondida por los vecinos en diferentes casa particulares, volviendo al templo en 1939.
Una tradición piadosa y muy madrileña era llevar a los recién nacidos a la iglesia de la Paloma para presentárselos a la Virgen y pedirle que los protegiera. 
Septiembre. 
El 8 de septiembre se celebra la verbena de la Virgen del Puerto, verbena menos urbana que podría ser una romería.
Pronto llega la feria de San Mateo. Una de las ferias más antiguas de España. Fue concedida a Madrid por el padre de la Reina Católica, Juan II, a principios del XV. La feria era de ganados y se montaba en la calle de Alcalá, por ser cañada real. De esto hoy queda, como acto conmemorativo, el paso de las ovejas merinas que desde Soria se dirigían a Extremadura. Los rebaños , acogidos al privilegio de la Honra Mesta, defendían los derechos de paso, y con una copia de la ley en la mano, y con un cordel que llevaba en sus puntas dos sellos de plomo, troquelados por la fiel contraste de pesos y medidas, el mayoral del rebaño iba avanzando delante de la grey, y en lugares dónde veía que le habían dejado menos anchurade la pertinente, media con el cordel la canal y presentaba ante la autoridad la denuncia.
Por el tema del tráfico pasó de la calle de Alcalá a la Cuesta Moyano, pero fue degradándose hasta quedar convertido en un mercadillo de baratijas.
el calendario avanza y nos presentamos en el veranillos de San Miguel o del membrillo y con ello en la feria de San Miguel, era muy antigua y servía para alargar la feria de ganado anterior.
Octubre.
 Mes sin verbenas ni romerías,  pero el día 4 de este mes había que visitar la iglesia de San Francisco el Grande, que por ser la fiesta del patrón se hacía la misa mayor cantada y con orquesta.
El 15 era la fiesta y procesión de Santa Teresa y las fiestas de las proximidades del convento de las Teresas.
 Es lógico que en este mes no hubiera fiestas, es el mes agrícola con más trabajo y la población de Madrid era principalmente campesina, sobtre todo la de los barrios periféricos.
Noviembre.
 El día primero del mes se celebraba una conmemoración. mitad religiosa, mitad civil. Se hacía la procesión del terremoto, para conmemorar y dar gracias a que Madrid no fue afectada por el terremoto del 1 de noviembre de 1775, que destruyo Lisboa y otras ciudades. Se hacía una misa y procesión en acción de gracias a la Virgen de la Almudena y a San Isidro. Los madrileños acudían a la procesión que iba de un templo al otro.
El día de los Santos y de los difuntos era una procesión a los cementerios.
El 15 de noviembre llega la romería de San Eugenio. Por privilegio real se abrían las rejas de Puerta de Hierro, y los romeros pasaban al monte del Pardo, único día que estaba permitido su paso. Tras la obligada visa a la ermita del santo, se comían las bellotas, tortillas, escabeches bebiendo vino y bailando debajo de las encinas. 
La fiesta se ha recuperado en el distrito de Fuencarral-El Pardo.
  Los montes de El Pardo habían pertenecido a la Villa. pero fueron cedidos al rey , pero conservando un dominio se materializaba en el paso a la romería una vez al año.
La romería de San Eugenio aparece reflejada en nuemerosas coplas y estampas populares, recordamos el cuple de El Reilicario:
Un día de San Eugenio
yendo hacia el El Pardo
lo conicí,çera torero, de más tronío
 y el más castizo de tó madrid.   
Te dejo esta versión  de Sara Montiel.




También encontramos referencia a la romería en las desenfadas estrofas que canta Lamparilla, el protagonista de El barberillo de Lavapies:
-Salud, dinero y bellotas.
-El barbero Lamparilla.
- Aquí está para serviros
lopeor que hay en la villa.
-¿Qué viene biscando el mozo   
de más fama de madrid?
- a rezar a san Eugenio
y a comerme un celemín. 
Con la romería de San Eugenio se termina el ciclo de las fiestas más populares, ya que diciembre es la celebración de la Navidad.
Diciembre.
  Los días previos a las fiestas navideñas era normal ver a los coros de los niños provistos de panderetas y  zambombas cantando los villancicos y pidiendo el aguinaldo. En las corralas de Madrid, se solían instalar un Belén colectivo en los patios con figuras de barro.
En la plaza Mayor los puestos con los artículos navideños. Una parte de la plaza se cercaba con maderas y cuerdas y se hacían a modo de corrales en los que se encerraba a los pavos para su venta.
  Pero los más castizos preferían para esa noche el besugo ya que se conservaba una viejesíma tradición religiosa el ser el día de Nochebuena día de abstinencia.
De esta forma termina el ciclo de de romerías, verbenas y fiestas populares y la noria del tiempo vuelve a comenzar. 

9 comentarios:

  1. Gracias Paco, por este maravilloso recuerdo de lo que eran las fiestas populares de Madrid.

    Un cordial saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De nada Manuel, las gracias las mereces tu por comentar.

      Eliminar
  2. Enhorabuena Paco por este magnífico artículo. No pude ir a la tertulia sobre las fiestas y verbenas pero con tu entrada me he puesto al día. Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Antonio, gracias por tus palabras, pero tú hubieras sido más riguroso en el almanaque de festejos.

    ResponderEliminar
  4. Título: Testamento de don Guindo y Pascual Cerezo - Visualización ...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Obras teatrales derivadas de las novelas cervantinas (siglo XVII): ...

      Eliminar
  5. Muy interesante su glosario de festejos.de todos guardo dos,litografía de La pradera y la campanilla de barro.las guindas las conservaba mi abuela en un tarro con la imagen del de Padua,y para preservarlas me decía que las custodiaba un lobo y un león.tardé muchos años en fiarme de los Antonios y comerme guindas.Saludos

    ResponderEliminar